domingo, 29 de mayo de 2016

EN FEMENINO PLURAL

Somos muchas quiénes hemos empezado a hablar de una forma diferente, inclusiva. Quizás al principio pueda sonar raro que las personas, independientemente de nuestro género, nos comuniquemos de esta manera. Pero al final de esta carta resultará mucho más claro y quienes me estáis leyendo empezaréis a utilizar el lenguaje de esta forma. Antes de seguir leyendo hagan un ejercicio y piensen en una oración con un pronombre personal en plural y díganla en voz alta ¿Han notado algo? Seguramente hayan utilizado el masculino plural, si no es así, estaremos más cerca usted y yo.
En Equo, somos muchos los hombres y las mujeres que de un tiempo para acá hemos optado por cambiar nuestra forma de expresarnos. Estamos cansadas de que las mujeres sean invisibilizadas cada vez que usamos el masculino plural para referirnos a un genérico que pretende ser neutro por elección de un sistema de dominación masculino, y esto es porque cada vez somos más los hombres los que no queremos estar del lado opresor, del lado del machismo. El feminismo es un movimiento social que busca la igualdad entre mujeres y hombres, por eso sirve para todas las personas, una corriente que busca empoderar a las mujeres para que sean independientes y libres. El feminismo, desde mi perspectiva, es reconocer la situación de patriarcado en la que aún nos encontramos, en la que las mujeres se tornan invisibles. El feminismo es decir alto y claro que nosotros, los hombres, no queremos estar por encima de nadie, sea quien sea. El feminismo es un canto a la igualdad.
Son muchas las mujeres las que a lo largo de la historia han conseguido sobreponerse a las dificultades del sistema y han permitido un avance para todas: Marie Curie, única persona con dos premios Nobel, Simone de Beauvoir, madre del feminismo moderno o Wangari Matai, activista keniata por el medio ambiente, premio Nobel de la Paz, o Rosa Parks, líder afroamericana del movimiento antirracista. Aunque son muchas, la mayoría, que conocían silenciadas en la historia. Por ejemplo: ¿quién conoce a Rosalind Franklin, precursora del descubrimiento de la doble hélice del ADN?

 Las feministas reivindicamos una educación de valores para todas, huir de los tópicos como “los hombres no lloran”, porque no se ajustan a la realidad. Es huir de tópicos como a los niños una pelota y a las niñas una muñeca o una “cocinita”, como queriendo destinar a las mujeres al cuidado del hogar. ¿Acaso los hombres no podemos, debemos y queremos cuidar de nuestras criaturas o de nuestro hogar? Claro que lo queremos, por eso el feminismo se hace eco de ello y reivindica la corresponsabilidad y la conciliación familiar tanto para madres como para padres, reivindica atender a las necesidades de hijos e hijas por encima de los adultos en situaciones de conflicto. Para llegar a nuestro objetivo de alcanzar una igualdad real entre mujeres y hombres podemos empezar a hacer pequeños cambios, como éste, en el uso del lenguaje, puesto que la forma en que hablamos está relacionada con la forma en que pensamos y actuamos. El lenguaje es importante porque nutre las relaciones y las construcciones sociales. Para que la sociedad mejore se hace necesario hablar de una manera inclusiva, respetuosa, abierta, hablar de personas: en femenino plural.

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