Somos muchas quiénes hemos empezado a hablar de una forma
diferente, inclusiva. Quizás al principio pueda sonar raro que las personas,
independientemente de nuestro género, nos comuniquemos de esta manera. Pero al
final de esta carta resultará mucho más claro y quienes me estáis leyendo
empezaréis a utilizar el lenguaje de esta forma. Antes de seguir leyendo hagan
un ejercicio y piensen en una oración con un pronombre personal en plural y
díganla en voz alta ¿Han notado algo? Seguramente hayan utilizado el masculino
plural, si no es así, estaremos más cerca usted y yo.
En Equo, somos muchos los hombres y las mujeres que de un
tiempo para acá hemos optado por cambiar nuestra forma de expresarnos. Estamos
cansadas de que las mujeres sean invisibilizadas cada vez que usamos el
masculino plural para referirnos a un genérico que pretende ser neutro por
elección de un sistema de dominación masculino, y esto es porque cada vez somos
más los hombres los que no queremos estar del lado opresor, del lado del
machismo. El feminismo es un movimiento social que busca la igualdad entre
mujeres y hombres, por eso sirve para todas las personas, una corriente que busca
empoderar a las mujeres para que sean independientes y libres. El feminismo,
desde mi perspectiva, es reconocer la situación de patriarcado en la que aún
nos encontramos, en la que las mujeres se tornan invisibles. El feminismo es
decir alto y claro que nosotros, los hombres, no queremos estar por encima de
nadie, sea quien sea. El feminismo es un canto a la igualdad.
Son muchas las mujeres las que a lo largo de la historia han
conseguido sobreponerse a las dificultades del sistema y han permitido un
avance para todas: Marie Curie, única persona con dos premios Nobel, Simone de
Beauvoir, madre del feminismo moderno o Wangari Matai, activista keniata por el
medio ambiente, premio Nobel de la Paz, o Rosa Parks, líder afroamericana del
movimiento antirracista. Aunque son muchas, la mayoría, que conocían
silenciadas en la historia. Por ejemplo: ¿quién conoce a Rosalind Franklin,
precursora del descubrimiento de la doble hélice del ADN?
Las feministas
reivindicamos una educación de valores para todas, huir de los tópicos como
“los hombres no lloran”, porque no se ajustan a la realidad. Es huir de tópicos
como a los niños una pelota y a las niñas una muñeca o una “cocinita”, como
queriendo destinar a las mujeres al cuidado del hogar. ¿Acaso los hombres no
podemos, debemos y queremos cuidar de nuestras criaturas o de nuestro hogar?
Claro que lo queremos, por eso el feminismo se hace eco de ello y reivindica la
corresponsabilidad y la conciliación familiar tanto para madres como para
padres, reivindica atender a las necesidades de hijos e hijas por encima de los
adultos en situaciones de conflicto. Para llegar a nuestro objetivo de alcanzar
una igualdad real entre mujeres y hombres podemos empezar a hacer pequeños
cambios, como éste, en el uso del lenguaje, puesto que la forma en que hablamos
está relacionada con la forma en que pensamos y actuamos. El lenguaje es
importante porque nutre las relaciones y las construcciones sociales. Para que
la sociedad mejore se hace necesario hablar de una manera inclusiva,
respetuosa, abierta, hablar de personas: en femenino plural.